El pasado jueves fue el día que todos en el curso de Didáctica de la Estadística estábamos esperando, con ansias y temores provocados por comentarios de compañeros, para el único certamen de la asignatura. Este se realizó en condiciones muy particulares como la sala utilizada, que no era para tal fin, y entre las reglas y advertencias (que sonaban como ultimátum) impuestas por la profesora, las que consistían básicamente que bajo la más mínima sospecha de apropiación indebida de conocimientos seriamos retirados del certamen. Estos dos factores generaron en cada uno de nosotros una presión que sumada a la de una evaluación final no nos permitían siquiera levantar la cabeza o sentarnos de forma relajada, como debiese ser en una evaluación escrita para la comodidad de los estudiantes y así beneficiar al correcto desarrollo de la prueba .
Tema aparte es la evaluación escrita a la cual nos vimos enfrentados, una prueba que se basaba totalmente en la capacidad de retener conceptos, elementos e ideas expresadas por varios autores en los textos estudiados, además, el certamen era consistía en 25 preguntas con alternativas, lo que impedía cualquier tipo de reflexión o construcción de conocimientos, con conceptos y frases sacadas textualmente de los textos. Lo que me llama la atención es la desconexión entre los trabajos impulsados por la profesora en las clases, como los talleres, prácticos y los desaparecidos análisis de textos, y el tipo de evaluación, que no representa una medición de las actividades y aprendizajes obtenidos en el semestre.
Sólo resta esperar que las lecturas que realice a todos los documentos den frutos en la calificación del certamen, aunque mi fuerte no es la memorización ni retener conceptos textuales, que fue lo que midió este certamen ajeno a las prácticas tratadas en clases y a las dimensiones cognitivas que se desarrollaron.
Tema aparte es la evaluación escrita a la cual nos vimos enfrentados, una prueba que se basaba totalmente en la capacidad de retener conceptos, elementos e ideas expresadas por varios autores en los textos estudiados, además, el certamen era consistía en 25 preguntas con alternativas, lo que impedía cualquier tipo de reflexión o construcción de conocimientos, con conceptos y frases sacadas textualmente de los textos. Lo que me llama la atención es la desconexión entre los trabajos impulsados por la profesora en las clases, como los talleres, prácticos y los desaparecidos análisis de textos, y el tipo de evaluación, que no representa una medición de las actividades y aprendizajes obtenidos en el semestre.
Sólo resta esperar que las lecturas que realice a todos los documentos den frutos en la calificación del certamen, aunque mi fuerte no es la memorización ni retener conceptos textuales, que fue lo que midió este certamen ajeno a las prácticas tratadas en clases y a las dimensiones cognitivas que se desarrollaron.
