lunes, 27 de agosto de 2007

A derribar el muro.

Me encuentro en la clase número 4 de la asignatura de Didáctica de la Estadística, en mi sexto semestre de Pedagogía en Educación Matemática en la Universidad del Bío-Bío, con este curso se termina la secuencia de 3 semestres de incursión a la estadística y en este par de semanas me he podido dar cuenta que, al igual que mis compañeros, aprobé los 2 cursos anteriores limitándome a comprender los problemas en cuestión, resolviéndolos con los métodos indicados por el profesor y dándoles una vaga interpretación memorística, o sea, sólo una acción mecánica, me atrevo a decir que tan mecanizada como el famoso perro del fisiólogo ruso Pávlov, donde el profesor nos muestra un ejercicio, estímulo, y nosotros aplicamos una pauta pre-establecida para resolverlo según ciertos factores, respuesta, como en las pruebas de hipótesis que el número de muestras y el conocer o no la desviación poblacional influye en los pasos a seguir. Pero no hubo la necesidad de cuestionarse cuándo, dónde ni porqué se aplicaban estos métodos, lo que resulta desalentador para el último curso de estadística al caer en una actividad donde se supone poseer las herramientas para resolver preguntas ligadas a un problema de aleatoriedad y confiabilidad de los resultados.
Todo esto me lleva a pensar, más allá de buscar responsables, si en nuestro intento como futuros profesionales vinculados con la matemática ponemos tanto énfasis en la resolución de problemas que nos olvidamos de contextualizarlos. De ser así, cuestión que mi experiencia de enseñanza media y superior referido al estudio de la estadística lo indica, nos encontramos frente a un muro que de cierta manera separa a la matemática de la estadística, entendida como la “ciencia que se ocupa del estudio de fenómenos…, mediante el empleo de modelos de reducción de la información y de análisis de validación de los resultados en términos de representatividad” (Sobre la definición de estadística, G. Sánchez-Crespo y V. Manzano), lo que muestra claramente que la estadística no es sólo unos cuantos cálculos matemáticos. Por lo tanto, si pretendemos el día de mañana enseñar la estadística de manera que nuestros estudiantes se interesen y no lo vean como unos conceptos aislados y totalmente ajenos a sus realidades debemos asumir el reto que nos propone tal área de estudio.